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La Basura: La Superstición y la Ciencia

Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.

En el viaje a las Islas Huichas de hace algo mas de una semana, nos fuimos recordando con Gloria Hernández de los dichos y expedición del misionero jesuita P. José García con un grupo de chonos (y tal vez algún kawésqar) desde Chiloé, cruzando la laguna San Rafael y el istmo de Ofqui, hasta frente de lo que hoy es el estuario del Baker (en ese entonces Calen o Messier). Esto, en 1766-67 (hace 259 años).  Sin duda una increíble proeza, si consideramos que este viaje era en frágiles canoas, sin predicciones meteorológicas, ni GPS, ni radio, ni salvavidas, ni demás tecnología que se usa hoy, y que así y todo, los temporales ponen en aprietos a naves bastante mas grandes.

En sus escritos el P. José García relata que los indígenas con que viajaba eran supersticiosos porque  para ellos tirar los restos, conchas u otros, al mar significaba que lo iba a molestar y volver tormentoso. Sin embargo, un día en que el mar se puso bravo, el cura se asustó y saco su crucifijo metiéndolo al agua para calmar los elementos. Lo que seguramente a los indígenas debe haberles parecido supersticioso. La cuestión es que, los indígenas tenían muy claro que no era llegar y tirar desechos (basura) al mar ya que eso traía una reacción o consecuencias. De hecho, las pestes de la Edad Media fueron consecuencia de que en las ciudades con-vivian metidos en los desechos. Siglos después, los científicos descubrieron la ley de acción – reacción (causa -efecto) y la ley de la ecología de la interdependencia y con ello el “efecto mariposa”. Y si le preguntamos a algunas culturas orientales, nos van a decir que esas acciones traen karma. ¿Superstición? Así y todo, hay harta gente que aun no se entera de esas leyes o prefiere solo ver aquellas del mercado (el que también, a fin de cuentas, se rige por ellas). No es cuestión de llegar y tirar al mar (o donde sea) desde químicos, pasando por restos orgánicos, hasta todo tipo de plásticos. Eso evidentemente trae consecuencias. No es casualidad ni superstición, la disminución de la biodiversidad marina de 75% en diez años que descubre, por ejemplo, el Centro Huinay en sus estudios (ver: Häussermann, et al 2013 y 2022).

Alla por el año 1994 estuvimos involucrados en un estudio del MINVU con la UACH para buscar solución a los campamentos pesqueros, a esas alturas en franca decadencia tras el final del boom pesquero. En esa época aun había pocas salmoneras en la región, sin embargo, nos encontramos en toda playa donde desembarcamos, en pleno despoblado, con bolsas plásticas de pellet (tal vez provenientes desde Chiloé).  Y en Caleta Vidal, en el fiordo Aisén, cruzamos el istmo hacia el Seno Elisa y nos encontramos con una playa con una tremenda acumulación de decenas de metros cúbicos de plástico. Los conocedores contaron esa vez que en los poblados de Las Huichas se tiraba las basuras al mar y los temporales del norte traían lo flotable hasta esa playa. Definitivamente se habían olvidado de las “supersticiones” de los originarios y sus conchales en tierra, de los cuales tienen ahí al menos uno de grandes dimensiones.

En esos días recientes en que estuvimos en Las Huichas, salimos a reconocer el Seno Elisa, donde ya en el trayecto, y tal como en toda orilla del litoral, había sus basuras plásticas y al final del seno, en la playa del istmo, otra vez una gran acumulación. Aunque ahora, a todas luces, de desechos salmoneros (boyas, redes, cuerdas, poliestireno), ya que en los poblados­­­­­­ actualmente hay recolección y deposito sanitario. Y eso que en el 2021 Pesquera Aysén les estuvo retirando lo que había entonces. O sea, mientras se soluciona un problema y responsabilidad, ya aparecen otros. Y esas basuras plásticas (de esas que por ley no deben existir) de una industria que últimamente contrata recogedores, evidentemente solo son la punta visible del iceberg de una contaminación mucho peor aún.

Y claro, lo que pasa en el mar, también ocurre, mas visible, en tierra y el aire, con relaves mineros, basuras surtidas, pesticidas, humo, gases y otros. Y ahí, evidentemente, también trae consecuencias.

  • Imagen: playa al final del Seno Elisa con basuras marzo 2025. Foto dron P. Segura
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