Activismo
Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.
En esto de escribir y discursear sobre el Parque Patagonia y el activismo, tema que trae recuerdos y emociona a quienes estuvieron involucrados en las campañas y hechos que ahí se mencionan, nos dejó pensativos. Mas aún, cuando ahí nos preguntaron sobre el tema y hace tiempo íbamos a escribir algo relacionado con esto.
Ese día del lanzamiento del libro y hablábamos de que para nosotros el activismo es para el bien, por la vida, para mejorar el mundo, el Eros” (Amor) de los griegos clásicos y Freud vs “Thanatos” (muerte), el lado oscuro, el activismo del mal, que parece nunca descansa. Pensándolo bien, ese último “activismo” en mucho, mas bien es como para calificarlo como “lobby” y a veces como “marketing”. Y posiblemente otros de esos términos prestados del inglés, como las famosas “fakenews”. Y por lo visto, el tema da para darle unas cuantas vueltas mas. A tanto que, entre otras, pasan “extrañeces” como ¡que a los activistas nos aplican la ley del lobby y a los lobistas no! A tanto también, que Adam Smith justificaba la economía esa de los bajos valores, que le gusta a tantos hoy en día. O sea, en esto ¡otra vez! hay un trasfondo ético.
Y bueno, sin activismo por la vida y biodiversidad, por el agua, por Aisén Reserva de Vida, no habría Parque Nacional Patagonia ni habría quedado mucho del Baker. Sin quienes en su momento se movieron para que existiese un Convenio para la Diversidad Biológica, refrendado por Chile y declarasen prioritarios en la Estrategia Regional de Biodiversidad los sitios que hoy son parte del parque, sin quienes como los Tompkins que decidieron comprar la Estancia Valle Chacabuco y transformarla en parque. Y sin quienes defendieron esa opción ante la arremetida por más de diez años de grupos contrarios y el megaproyecto HidroAysén. De ahí la importancia del activismo.
Y nos preguntaban sobre como dedicarse al activismo, el del “eros” por supuesto. Y ahí respondíamos que era cosa de tirarse a la piscina, de empezar. La actitud como dirían algunos. O como diría la gran Gabriela Mistral “Donde haya un árbol que plantar, plántalo tu. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tu. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tu. Se tu el que aparta la piedra del camino”. Después, pensándolo bien, más vale que antes de “tirarse a la piscina”, ver como esta el agua y revisar la profundidad. Esto es, informarse y prepararse para no “dar la hora” y “salir trasquilado” y desmoralizado, sin ganas de seguir en eso. Y no está demás dejar en claro que el mejor activista es el que da el ejemplo. Y otra cosa que es muy importante, es la perseverancia. Y nunca, nunca, está demás buscarse aliados. La cuestión es que como decía la gran antropóloga Margaret Mead “nunca dudes que un pequeño grupo de personas unidas por una misma intención, pueden cambiar el mundo”. Y siguiendo con las citas, Gandhi decía: “Cuando tus fines son justos, los medios y resultados llegaran por si mismos”.
En lo personal, cuando joven era incapaz de hablar ante un público, mi timidez era tremenda y los nervios me abandonaban, igual me costaba escribir, era mas bien introvertido, o sea de activista no había mucho. Sí era buen organizador, solía estar bien informado y tenía inquietudes, leía harto y aprendí a investigar y entrevistar especialistas. El paso por la universidad, ser dirigente y comunicador estudiantil y en lo profesional dedicarme a la planificación territorial, aportaron. También tuve la suerte de conocer personas que ayudaron y de quienes aprendí muchísimo. Hasta el día de hoy, tengo claro, y me lo han dicho, que no tengo el don de la palabra (y claro, tampoco me gusta el blablá) y no ha faltado quien me ha dicho que “la radio no es lo mío”. Probablemente también habrá quienes opinen, por ejemplo, que mis columnas en El Divisadero tampoco son una maravilla. Pero, si uno se da cuenta que la radio y esas columnas son importantes para construir opinión pública (como me decía un director de diario) y ves que hace falta y nadie más lo hace y tienes la posibilidad de hacerlo, pues ¡no queda otra que hacerlo uno no más! Y en el camino se va aprendiendo y mejorando. En todo caso, esto de estar todas las semanas escribiendo columnas y produciendo programas de radio, así como muchas veces es reconfortante, también a veces cansa y uno se pregunta si sirve de algo entre tanta desinformación tanática. Y para quienes crean que estas columnas, por ejemplo, pasan desapercibidas, pues, la última vez que supimos de cuántos las leen, eran en promedio doscientas personas, según conteo del diario. Y en la época de Patagonia sin Represas las columnas de Patricio Segura y las nuestras eran por lejos las más leídas y eso sin considerar que en esa época también había diario en papel. Por lo demás, como se habrán fijado, nuestra columna, como confidencio alguna vez una candidata, entrega mucha información útil, o sea, sirve más allá de solo la opinión (y claro, eso significa que cuesta mas escribirla). ¡Todo sea por el activismo, del bueno!
- imagen de los primeros pasos como activista del autor: cicletada contra el smog en el centro de Santiago en los 70s