Opinión

¡Y Ahora, la Ley de «Salmoneras Sustentables»!

 

Peter Hartmann, Director CODEFF Aisén, Presidente Agrupación Aisén Reserva de Vida.

Cuando la semana pasada escribíamos sobre las indicaciones del gobierno a la Ley de Protección Ambiental de Turberas, para la explotación de turberas “sustentable”, no nos imaginábamos que en esos mismos días, el mismo gobierno, presentaría además un proyecto de ley de “salmonicultura sustentable” como respuesta al proyecto para excluir especies exóticas (además invasivas) de las áreas protegidas. Por cierto, ni uno ni el otro tienen algo de sustentable. Ni tampoco es el objetivo del gobierno a punto de irse, al desvirtuar conceptos a estas alturas “plásticos”.

La cuestión es que el proyecto de ley de exclusión de cultivos acuícolas exóticos en las áreas protegidas, rápidamente puso en campaña defensiva al Estado Salmonero, contraatacando en la misma Cámara de Diputados, en los medios de comunicación, movilizando a sus sindicatos con la amenaza de desempleo, e incluso con este proyecto de ley presentado el 24 de enero al Senado, con trámite de urgencia suma y firmado por los ministros de Defensa, Economía y el presidente Piñera. Esto, mientras otros proyectos con finalidad realmente sustentable y urgentes, como la modificación del Código de Aguas o el Servicio Nacional de Biodiversidad y Áreas Protegidas demoran décadas en avanzar.

El proyecto en cuestión “modifica la Ley de Pesca y Acuicultura en materia de protección ambiental y desarrollo económico y social en áreas silvestres protegidas en cuyos límites se hayan otorgado concesiones de acuicultura”. En su enunciado se lee que el ministerio de Economía “debe velar por la protección de los recursos hidrobiológicos y del ambiente acuático” (Art.1 Ley de Pesca y Acuicultura) y de “la importancia de la salmonicultura con 35.000 empleos directos e ingresos de divisas por US$ 4.388,5 milllones el 2020”. Agrega que en el mar sur austral” hay 19 millones de hectáreas protegidas de las cuales la acuicultura solo ocupa 0,14 % (27.000 Has.)”, que la eliminación de esas concesiones tendría un fuerte impacto en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes, donde en esta última “queda el último espacio disponible en la Reserva Nacional Kawésqar y que por lo tanto es necesario compatibilizar la actividad económica con la sustentabilidad y cuidado y protección de la naturaleza y el medio ambiente”.

El objetivo de esa ley es la interacción de la acuicultura con las áreas protegidas, introduciendo la figura de “concesión acuícola sustentable” y estableciendo mecanismos para facilitar la relocalización de concesiones otorgadas en áreas protegidas donde su plan de manejo las declare incompatibles. En el caso de nuevas “concesiones sustentables” se exigirá innovación tecnológica, respuesta frente al cambio climático, manejos de residuos y uso apropiado de antibióticos y antiparasitarios. Para las existentes, amplia el plazo de paralización de operaciones y se regula la situación de concesiones ya otorgadas en áreas protegidas, relocalizándolas o se deberá cumplir un reglamento que emitirá la autoridad.

La verdad es que de todo eso, nos parece válido el que la autoridad al fin vea la forma de relocalizar concesiones desde áreas protegidas y asuma que eso es necesario. De hecho, para ello tienen la otra mitad de superficie no protegida del litoral (en partes de la cual tampoco son bienvenidos por pescadores, operadores turísticos, alcaldes, comunidades o son fiordos no muy aptos para la salmonicultura). También es interesante ver cómo, al fin, asumen que las salmoneras no cumplen la ley respecto a sus residuos, uso de antibióticos y antiparasitarios y debieran ocuparse de sus efectos en el cambio climático. Ahora, de ahí a que puedan existir salmoneras sustentables ¡eso es un oximorón! De que puedan hacer esfuerzos por ser más sustentables, eso sí, y debiera ser uno de sus objetivos prioritarios en vez de la publicidad engañosa. ¡Y eso, que lo demuestren fuera de las áreas protegidas primero! Porque el solo hecho de estar dentro de alguna de ellas ya las vuelve insustentables, al ser incompatibles. En lo demás, el que se requiera 5 Kg. de pesca silvestre (como el jurel), que debiera alimentar a los chilenos a bajo costo, para producir un Kg. de salmón de lujo de exportación, para gente adinerada que están a miles de kilómetros de distancia, es lo mas insustentable que puede haber .  (Últimamente dicen que la pesca silvestre la están reemplazando por soya, transgénica intensiva en pesticidas, cuyo cultivo provoca deforestación y a la larga desertificación en el subtrópico. O sea, tampoco es sustentable). Si le sumamos la destrucción – alteración de la biología marina y recursos bentónicos y no solo en ese famoso 0,14 % , lo que está demostrado (Häussermann, CIEP ), mas el daño de las “floraciones algales” y marea roja y la diseminación de salmones invasivos al mar y cauces de agua dulce, menos aún. Y si le sumamos el casi nulo aporte a la economía local y escaso a aquella regional, inclusive impuestos y alto porcentaje de mano de obra extra regional, los subsidios estatales y efectos y externalidades negativas, aún menos. ¿Dónde están los al menos 1.000 millones de US$ en divisas que nos corresponden en Aisén? Vale agregar además, la invasión al maritorio y negación, división o corrupción de pueblos originarios.

Cuando Daniel Pauli, el científico especializado en pesca más citado del mundo, que participó en el Congreso Futuro la semana pasada, dice que “la salmonicultura es una aberración”, no lo dice por casualidad. ¡Y pretender que una aberración sea sustentable, es aún más aberrante!

 

 

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